"Si más no hemos hecho en el sostén sagrado de nuestra Independencia, de nuestra integridad y de nuestro honor, es porque más no hemos podido" - JUAN MANUEL DE ROSAS

domingo, 24 de mayo de 2009

A 200 años del primer grito: 25 de mayo de 1809

A 200 años del primer grito de independencia en el virreinato del Río de La Plata





Por Eduardo Rosa

Charcas, Chuquisaca o La Plata , la ciudad de los tres nombres era para Concolorcorvo la “más hermosa y bien plantada de todo el virreinato.
Desde que se descubriera plata en la cercana Potosí, que llegó tener, en 1625 160.00 habitantes, lo que lo hacia una ciudad más grande que Londres, la población de la zona había mermado al agotarse su riqueza.
La vemos en 1809 con apenas 8.000 pobladores, indios, mestizos y blancos, en su mayor parte dependiendo de la universidad de la audiencia o del obispado, lo que era una mezcla explosiva. Tan explosiva como el nombre de su zona, el “P'utusqsi” - de donde se deriva “Potosí”, que significa “explosión”, porque se cuenta que los incas ya habían descubierto la plata y cuando quisieron extraerla, una enorme explosión se los impidió, y por respeto a tanto celo telúrico no continuaron en su empeño.
Charcas fue fundada para ser cabeza del Virreinato del Perú y debió depender de Lima, Tuvo inmensas riquezas y solo le quedaron como fantasmas la magnificencia decadente de sus iglesias con altares de plata y la frustración de no ser.
Pertenecía, desde 1776 administrativamente al virreinato del Río de la Plata , lo que era una frustración más para esa orgullosa ciudad, ya que debía depender de la lejanísima y poco ilustre Buenos Aires.
La ciudad de los tres nombres y la triple corona por su audiencia real, catedral metropolitana y universidad Mayor era un nido de pleitos y discusiones, como toda población de funcionarios, canónigos, abogados y estudiantes y su mezcla de orgullosos hidalgos o comerciantes venidos a menos, en cuya sangre corrían parejos castizos blasones y orgullo indígena.
A fines de 1808 llegan rumores sobre la situación española que las autoridades traten de ocultar. Pero como no podía ser de otra manera, comienza la discusión en donde todos están contra todos. Cada grupo de presión, sean clérigos, militares jueces o autoridades trata de ganar un lugar en el previsible reacomodamiento de las cosas, hasta que de la universidad de San Francisco Javier se propone el “silogismo de Chuquisaca”
Premisa mayor: “Las Indias son un dominio personal del rey y no de España”.
Premisa menor: “El rey está impedido de reinar”.
Conclusión: “Luego las Indias deben gobernarse a sí mismas desentendiéndose de España”.
Desde enero de 1809 la ciudad se convierte en un infierno de discusiones. Esto se agrava con la certeza de las operaciones de los “Carlotinos” que trabajaban para coronar en América a Carlota, esposa del rey de Portugal y hermana de Fernando VII rey español. Era una maniobra bien pensada, que pondría un rey en América y políticamente paralizaría las represiones previsibles de España y Portugal. Pero no interpretaba los deseos del pueblos.

El 25 de Mayo de 1809

Los estudiantes – impulsados por el joven tucumano Bernardo de Monteagudo – levantan al pueblo contra la entrega a los portugueses. A las 7 de la mañana del 25 de mayo la plaza Mayor se llena de gente; los canónigos echan a vuelo las campanas de la catedral a cuyo repique hacen eco todas las iglesias; la multitud exige la libertad de algunos presos; las autoridades acaban por concederlas. Hay manifestaciones. El comandante militar, Alvarez de Arenales, plegado a la rebelión organiza la defensa: moviliza e instruye a todos los hombres aptos para las armas y en poco tiempo reúne un ejército de 1.300 milicianos. Salen delegados : Mariano Michel va a La Paz , Bernardo de Monteagudo a Potosí y Manuel Moreno a Buenos Aires.
El presbítero Medina será la cabeza de la revolución, pero Domingo Murillo sería su alma. Hijo sacrílego de un sacerdote de una india paceña, fue educado cuidadosamente por su padre. Este le deja el legado de una buena biblioteca, pero él debe trabajar de minero y luego de escribiente. Reinicia su carrera de leyes a los cuarenta años; obtiene el título en Charcas en 1805 y abre en La Paz su bufete especializado en la defensa de indios.
La noticia de los tumultos de Charcas llega a Buenos Aires en junio. En el río de la plata eran más fuertes los Carlotistas y eso inmoviliza el apoyo, dado el sesgo fuertemente contrario a la maniobra de los Carlotinos, entre los que se encontraba Belgrano.
De otra forma, la revolución Nacionalista de Charcas, que era mirada con simpatía y desconfianza hubiera podido prender en Buenos Aires y junto a ella en todas las demás provincias cercanas y tal vez otra hubiese sido nuestra historia.
Lo cierto es que ya se cumplen los primeros 200 años del grito de independencia y esto se lo debemos a una ciudad que hoy se llama Sucre y está en Bolivia, aunque cuando se sublevó era parte de nuestro virreinato.

Eduardo Rosa – 24 de mayo del 2009

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