"Si más no hemos hecho en el sostén sagrado de nuestra Independencia, de nuestra integridad y de nuestro honor, es porque más no hemos podido" - JUAN MANUEL DE ROSAS

lunes, 30 de marzo de 2009

UN 30 DE MARZO, HACE 216 AÑOS, NACÍA EL RESTAURADOR!!

"Y dejo correr la bola que algún día se ha de parar, tiene el gaucho que aguantar hasta que lo trague el hoyo, o hasta que venga un crillo en esta tierra a mandar" - MARTÍN FIERRO (José Hernández)

Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas
(30 de Marzo de 1793 – 14 de Marzo de 1877)
¡Vigente e inmortal, ayer, hoy y siempre!
Nacido en Buenos Aires el 30 de marzo de 1793, bajo el nombre de Juan Manuel José Domingo Ortíz de Rozas y Lopez de Osornio, el Restaurador de las Leyes sigue vivo en el alma del Pueblo y merece más que nunca el altar de gloria que la Historia "Oficial" le ha negado siempre...
Diré, con el objeto de honrar su vida, lo que Manuel Gálvez afirma al final de su obra "Vida de Juan Manuel de Rosas":
"Don Juan Manuel de Rosas no ha muerto. Vive en el alma del pueblo, al que apasiona su alma gaucha, su obra por los pobres, su defensa de nuestra independencia, la honradez ejemplar de su gobierno y el saber que es, sin disputa, la más fuerte expresión de la argentinidad. Vive en los viejos papeles, que cobran vida y pasión en las manos de los modernos historiadores y que convierten en defensores de Rosas a cuantos en ellos se sumergen honradamente, en busca de la verdad, extraños a esa miseria de la "historia dirigida", desdeñosos de los fictisios honores oficiales.
Y vive, sobre todo, en el rosismo, que no es el culto de la violencia, como quieren sus enemigos o como lo desean algunos rosistas equivocados. El rosismo, ferviente movimiento espiritual, es la aspiración a la verdad en nuestra historia y en nuestra vida política; la protesta contra la entrega de la Patria al extranjero; el odio a lo convencional, a la mentra que todo lo envenena. El nombre de Don Juan Manuel de Rosas ha llegado a ser hoy (...) lo que fuera en 1840: la encarnación y el símbolo de la conciencia nacional, de la Argentina independiente y autárquica. Estudiaremos su obra, juzguémosla sin perjuicios y amémosla. Y que el nombre del Gran Americano, como se lo llamó en otrora, sea nuestra bandera y nuestro lema."1
Así festejo otro Aniversario del nacimiento de Rosas, el n°216, y que dicho sea de paso no será el último.
Solo espero que todos nosotros vivamos para ver Restaurado al Restaurador, reivindicado con la pluma de igual manera que fue defenestrado, y alzado su nombre en todos los cielos de la Patria... esa Patria que se alumbra con Su luz...
Juan Martín Grillo.-
1 - MANUEL GÁLVEZ: Vida de Juan Manuel de Rosas, 2da. edición, Buenos Aires: CLARIDAD, 2007, pág. 548/549

domingo, 22 de marzo de 2009

ACTIVIDADES A REALIZARSE DURANTE EL MES DE ABRIL DE 2009

Las siguientes actividades académicas se realizarán en el

Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas
Lugar: Montevideo 641 (entre Tucumán y Viamonte) Capital Federal
Entrada libre y gratuita
Informes: 4375-5669 4373-7039
institutorosas@cultura.gov.ar


Charla sobre "Los conflictos Españoles - Portugueses y Argentino - Brasileros"
28 de abril, 19:30 hs




19:30: El Dr. Roberto Eugenio Sclocco, profesor adjunto de las materias de Teoría del Estado y Derecho Constitucional de la carrera de Abogacía de la UBA, expone el tema que significa en nuestra historia los conflictos sucitados entre las coronas de España y Portugal, y como dichos conflictos han afectado a las naciones jóvenes de Argentina y Brasil. Entrada libre y gratuita.-

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La Comisión Permanente de Homenaje a Juan Facundo Quiroga realizará las siguientes actividades:
ABRIL: XLV Seminario de los Caudillos dedicado al general Juan Bautista Bustos


Jueves 23 de abril 19,30 hs.
“Juan Bautista Bustos y el pronunciamiento de Arequito” por el Dr. Oscar Denovi

Viernes 24 de abril 19,30 hs.
“Sobre Bustos no hay nada escrito” por el Sr. Juan Martín Grillo

Dr. Oscar Denovi: Doctor en Ciencias Políticas, docente de la Universidad Católica de La Plata (Sede San Martín). Miembro del Cuerpo Académico y Secretario del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas. Historiador e investigador, colaborador permanente de “El Tradicional” y “La Nueva Provincia”. Autor de Pensamiento Nacional y Revolución (1989) y el CD Correspondencia entre Rosas y Quiroga (2007).
Sr. Juan Martín Grillo: Estudiante avanzado de la carrera de abogacía (UBA).Ayudante alumno de “Teoría del Estado”, cátedra del Dr. Arturo Pellet Lastra. Director de la página web de historia www.elrestauradordelasleyes.blogspot.com Miembro del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas y de la Comisión Permanente de Homenaje a Juan Facundo Quiroga.

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La agrupación de investigaciónes históricas JOVENES REVISIONISTAS realizará las siguientes actividades:
3° CICLO DE LOS PENSADORES NACIONALES
Miércoles 25 de marzo 19,00 hs. “Nuevo orden mundial y colapso financiero global” por el Lic. Adrián Salbuchi

Miércoles 8 de abril 19,00 hs. “Norberto Ceresole: pensamiento y estrategia” por el Sr. Andrés Berazategui
Miércoles 15 de abril 19,00 hs. “Un patricio del revisionismo, Don Carlos Ibarguren” por el Sr. Federico Addisi
Martes 21 de abril 19,00 hs. "Antonio Gramsci y su influencia en el mapa político continental y mundial" por el Dr. Emilio Nazar Kasbo

Miércoles 22 de abril 19,00 hs. Presentación del libro: “Estévez, vida de un cruzado” 19 hs, por el Sr. Federico Addisi

Miércoles 29 de abril 19,00 hs. “Rodolfo Puiggrós, del internacionalismo teórico al nacionalismo militante” por el Sr. Ricardo Benítez
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Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas, su Mística y Simbolismo (1ra Parte): El Himno a Los Restauradores

Siempre, a lo largo de la historia, los movimientos políticos han dejado una huella imborrable en la cultura del país en que éstos se desarrollan, ya sea por los avanzes intelectuales que traen aparejados, la mística que importan, o el simbolismo que autogeneran.
La época de Rosas no escapa a esta realidad... todo argentino bien nacido, rosista o no, sabe que el Restaurador tuvo, durante su vida y en la inmortalidad de Dios, su propia mística y simbolismo...
En estas entregas, que espero sean periódicas, habré de traerles algo de aquella "cultura rosista" que a mi tanto me sorprende y me fascina...
La primera demostración es un clásico de clásicos... en esta pieza de literatura y poesía que fue el "Himno a Los Restauradores" se denota claramente como Rosas podía inspirar amores y odios, ya que, como se sabe, el autor no es otro que José Rivera Indarte... Si, si, si... este mediocre periodista, que en 1835 compuso la siguiente obra, será el mismo que unos años después escribirá sus tan afamadas "Tablas de Sangre", uno de los pasquines más virulentos y odiosos de la Historia Argentina...
En "Tablas de Sangre", Rivera Indarte no demuestra nada, más allá de su propia torpeza en la alegación de los hechos que arguye y el odio fanático a la Ilustre Figura de Don Juan Manuel.
En cambio, en el "Himno a Los Restauradores" la cosa es diferente... ¿Por qué? Simplemente porque en un Himno como éste solo sale a relucir el sentir popular, ese sentimiento de amor y admiración que despertaba Juan Manuel de Rosas y su obra... Si se está con el pueblo, se habla con la verdad...
Veamos la primera pieza que les traigo del folklore federal y la Mística rosista...


Himno a Los Restauradores

autor: José Rivera Indarte - año: 1835


Coro
Alza ¡oh, Patria!, tu frente abatida,
De esperanza la aurora lució;
Tu adalid valeroso ha jurado
Restaurarte a tu antiguo esplendor.

¡Oh, gran Rosas! tu pueblo quisiera
Mil laureles poner a tus pies;
Mas el gozo no puede avenirse
Con el luto y tristeza que ves.
¡Aguilar y Latorre no existen!
Villafañe, el invicto, murió;
Y a tu vida tal vez amenaza
De un malvado el cuchillo feroz.

Coro
Alza ¡oh, Patria!, tu frente abatida,
De esperanza la aurora lució;
Tu adalid valeroso ha jurado
Restaurarte a tu antiguo esplendor.

De discordia la llama espantosa
Al país amenaza abrasar,
Y al audaz demagogo se mira
La orgullosa cerviz levantar.
¿No los véis, como ledos conspiran?
¿Cual aguzan su oculto puñal?
¿Cual meditan la ruina y escarnio
Del intrépido y buen federal?

Coro
Alza ¡oh, Patria!, tu frente abatida,
De esperanza la aurora lució;
Tu adalid valeroso ha jurado
Restaurarte a tu antiguo esplendor.

Esa hora de infames ¿qué quiere?
Sangre y luto pretende: ¡qué horror!
Empañar nuestras nobles hazañas
Y cubrirnos de eterno baldón.
¡Ah, coberdes!, temblad, es en vano
Agotéis vuestra saña y rencor,
Que el gran Rosas preside a su pueblo,
Y el destino obedece a su voz.

Coro
Alza ¡oh, Patria!, tu frente abatida,
De esperanza la aurora lució;
Tu adalid valeroso ha jurado
Restaurarte a tu antiguo esplendor.

¡Asesinos de Ortiz y Quiroga!
De los hombres vergüenza y borrón,
A la tumba bajad presurosos
De los libres temed el furor.
Esos mismos que en Márquez vencieron,
En San Luis, Tucumán y Chacón,
Con la sangre traidora han jurado
De venganza incribir el padrón.

Coro
Alza ¡oh, Patria!, tu frente abatida,
De esperanza la aurora lució;
Tu adalid valeroso ha jurado
Restaurarte a tu antiguo esplendor.

Del poder la Gran Suma revistes,
A la patria tú debes salvar;
¡Que a tu vida respire el honrrado
Y al perverso se mire temblar!
La ignorancia persigue inflexible,
Al talento procura animar
¡Y ojalá que tu nombre en la historia
Una página ocupe inmortal!


Fuente: "La Epoca de Rosas", Antología, CENTRO EDITOR DE AMERICA LATINA, pág. 47/48, 1967

domingo, 15 de marzo de 2009

Así nos veía Darwin...

LOS GAUCHOS MALVINEROS

Por José Luís Muñoz Azpiri (h)


En 1833, a bordo del "HMS Beagle" capitaneado por Robert Fitz Roy, arribó a nuestras costas el joven naturalista Charles Darwin, mas tarde considerado "Con Shakespeare y Newton, la mayor contribución británica al mundo". Tras animarse a recorrer la Argentina entre malones y guerras civiles, visitó las Malvinas a los 24 años; era tan solo un eclesiástico aficionado a las ciencias naturales. El viaje de Darwin afirmó los mitos de Rosas y el gaucho en el mundo. Las hazañas de los gauchos que describe en el capítulo IX de su "Diario del viaje de un naturalista alrededor del mundo" recuerdan las proezas narradas en el "Facundo" en el escenario pampeano y resuman admiración y simpatía por los naturales de aquellas islas.

"Describiré ahora la corta excursión que hice alrededor de una parte de esta isla. Partí por la mañana con seis caballos y dos gauchos, estos últimos eran hombres excepcionales para el propósito y acostumbrados a vivir de sus propios recursos (...) Por la noche nos cruzamos con un pequeño rebaño. Uno de mis compañeros que se llamaba Santiago, separó muy pronto del grupo una vaca gorda, hizo girar las bolas y disparó con tino, dándole en las patas, pero no se enredaron. Inmediatamente tiró el sombrero en el sitio donde habían quedado las bolas, sin dejar de correr a todo galope, preparó el lazo y tras una persecución durísima alcanzó de nuevo la vaca y la enganchó por los cuernos. El otro gaucho había ido adelante con los caballos de repuesto, de modo que Santiago tropezó con alguna dificultad para matar la furiosa bestia. Consiguió llevarla a un trozo de terreno llano, adelantándose siempre que la embestía y cuando no quería moverse, mi caballo que estaba entrenado para tal faena galopaba hacia la res por detrás, y con el pecho le daba un violento empujón. Pero aún estando el animal en terreno llano no parece empresa fácil para un hombre solo matar una res salvaje en el paroxismo del furor, como no sea a balazos. Y no sería, en efecto, sin la ayuda del caballo que apeándose el jinete aprende al punto, guiándose por el instinto de conservación, a mantener el lazo tenso, de suerte que si la vaca o toro se mueven hacia delante, el caballo avanza con la misma rapidez, y si aquellos se paran el caballo sigue tirando, inclinado a un lado".

Todo el relato de Darwin es una elegía a la habilidad y bizarría de sus ocasionales compañeros y hacia lo que posteriormente abonaría uno de los ejes de su teoría: la adaptación del hombre al medio. No ahorra adjetivos al referirse a los habitantes del archipiélago: "Era admirable contemplar la destreza con que el gaucho se movía", "aunque no lo parezca, en realidad deben de hacer un gran ejercicio muscular cuando montan, "La caza de reses es una faena durísima", "Gauchos de constitución férrea", etc. En un territorio que denomina como "miserables islas", "No salía de mi asombro, al ver que los gauchos que en medio de la lluvia y cuando todo chorreaba agua, sin otros medios que un yesquero y un pingajo de algodón hicieron fuego inmediatamente. Buscaron debajo de los manojos de hierba y matas unos cuantos palitos secos que dividieron en finas astillas; luego las rodearon con otras mas gruesas, formando una cavidad parecida al nido de un pájaro; pusieron dentro el trapo con su chispa de fuego, y lo taparon todo. Después sostuvieron el nido en alto, exponiéndolo al viento, con lo que por grados empezó a humear más y más, hasta que al fin ardió en llamas. Creo que ningún otro procedimiento hubiera tenido probabilidades de dar resultado con materiales tan húmedos".

No hay registro que Darwin haya tomado un mate amargo, pero sí de haber descubierto un manjar inolvidable: el asado con cuero. "Es un bocado tan superior a la carne de vaca ordinaria como el venado lo es al cordero. Se puso encima de las brasas un gran trozo circular sacado del cuarto trasero, con el pellejo hacia abajo, en forma de plato, de suerte que no perdió nada de la sustancia. Si algún respetable regidor de Londres hubiera cenado con nosotros aquella noche "carne con cuero" indudablemente no hubiera tardado en celebrarse en Londres".

Tras los sucesos de Mayo, las autoridades de Buenos Aires, de quienes dependía el gobierno de Malvinas, asumieron la legítima soberanía que habían heredado de España en 1820, enviando al archipiélago la fragata "La Heroína", que procedió a enarbolar el emblema patrio mientras una salva de 21 cañonazos advertía a los numerosos barcos extranjeros el nuevo estado de cosas.

No mucho tiempo después, un hamburgués de familia francesa, que gozaba de las nacionalidades norteamericana y argentina, recibiría en concesión todos los baldíos de la isla Soledad: Luis Vernet. Era tal su tesón y espíritu emprendedor, que de no haber mediado la usurpación hubiera transformado a la humilde colonia en una nueva Vancouver. Numerosos colonos, algunos con sus familias, llegaron de Europa o se embarcaron en Montevideo provistos de ganado, útiles de agricultura y pesca. Los gauchos y algunos negros para el servicio lo hicieron en Buenos Aires, mientras que desde la zona magallánica arribaron algunos indios patagones. La gobernadora argentina, María Sáenz de Vernet, desembarcó con un piano y una nutrida biblioteca donde, según comentario de Fitz Roy, se encontraban representadas las principales obras editadas en Europa en diversos idiomas. No tardó el árido paraje de Puerto Soledad en adquirir semblanza de urbanidad, tal como lo detalla la Sra. Vernet en su meticuloso diario, que bien podría haber llevado la firma de Emily Brönte. En el mismo, donde se describe diariamente el estado del tiempo con la meticulosidad de un meteorólogo, observamos que pese a la distancia y el aislamiento la pequeña colonia no carecía de vida social. Doña María ofrecía conciertos de piano y canto, organizaba tertulias y minués, tanto para ocasionales marinos visitantes como para los propios colonos. Célebre fue una festividad de las familias alemanas a la que fueron invitados todos los criollos. En medio de la jarana hizo su aparición un pasajero del bergantín "Betsie", recién llegado de Buenos Aires, que esgrimiendo un arma de fuego amenazó con matar a todos los presentes. Estaba completamente mamado, tal vez exaltado ante la presencia de tanto gringo en tierra argentina, y animado por el espíritu que más tarde engendraría un Martín Fierro o un Santos Vega, se permitió una bravuconada que culminó en la celda del pueblo. Fue un precursor del nacionalismo argentino, pero los acontecimientos posteriores de la historia de la precoz aldea, lamentablemente no fueron tan risueños.

Gran parte de la historia de las Malvinas está preservada en el folklore del lugar. Particularmente en el lenguaje del campo, donde aún se usan palabras castellanas para designar los colores de los caballos y de las partes de la montura. Alexander Betts, un malvinense de cuarta generación que hasta 1982 vivió en las islas y actualmente, casado con una argentina reside en Córdoba, relata que "Todo el mundo en las islas sabe de lo que se está hablando cuando se dice alazán, zaino, malacara, manchau, rosillo o moro picaso. Del mismo modo se dice bozal, cabestro, bastos, soga-cincha, cojinillo, maneas, tientos, pretal y muchos más. Todo esto, obviamente, es el legado de los gauchos que anduvieron por estas islas. También quedaron nombres castellanos de algunos puntos geográficos, como Dos Lomas, Horqueta, Cantera, Bombilla, Rincón Grande, Rió Malo, Cuero Brook, estancia, cerritos, Colorado Pond, y muchos otros. Y hay una marca más de la influencia gaucha: el che. Tan usado es el término por los isleños que muchas veces los extranjeros en las islas se refieren a los locales como los ches" (Betts, Alexander. "La verdad sobre las Malvinas. Mi tierra natal" EMECE.1987).

Las incursiones geográficas por nuestras costas por parte de las potencias europeas distaban mucho de ser inocentes viajes científicos. Destaca el historiador John Cady: "Hacia la época (1850) Palmerston, primer ministro de Inglaterra, proyectaba apoderarse del Estrecho de Magallanes y la Patagonia. La aserción se funda en el testimonio de una comunicación de Palmerston a Henry Southern, del 19 de julio de 1850, existente en los archivos del Foreing Office y de una nota de Normandy al primero de los nombrados del 5 de agosto de igual año.. Palmerston fue quién ordenó en persona, en 1832, la ocupación de las Malvinas. Además, en la "Narración de los viajes de levantamiento de los buques de S.M.B.", obra en varios volúmenes que se encuentra en la Biblioteca Nacional, comprobamos que barcos hidrógrafos, como el "Adventure", se aproximaban a nuestros litorales como primer paso para adueñarse del llamado "Pays du Diable", o sea la Patagonia. El viaje de levantamiento de la "Beagle", fue una empresa de este tipo. Un funcionario argentino de ese entonces, el Cnel. Crespo, opuso reparos fundados a las investigaciones fueguinas de Fitz Roy, y tanto el como el joven naturalista de a bordo fueron vigilados celosamente por nuestras autoridades, según se halla expreso en un documento que conserva el archivo de nuestra Chancillería. No fue el único. Hombres como Pacheco, Guido y Rosas también miraron con desconfianza esta expedición que sirvió a los objetivos de dominación británica, según se desprende del propio Diario de Darwin. Solo de esta forma se comprende que un hombre de su aguda inteligencia pueda haber afirmado. "Después de haberse disputado Francia, España e Inglaterra la posesión de estas miserables islas, permanecieron inhabitadas. El gobierno de Buenos Aires las vendió más tarde a un particular, sin haberlas utilizado más que para un establecimiento penal, como la vieja España había hecho antes. Inglaterra invocó sus derechos y las ocupó. El inglés que quedó a cargo de la bandera fue posteriormente asesinado. Se envió a continuación un oficial sin proveerle de la fuerza necesaria y a nuestra llegada le hayamos encargado de una población compuesta en más de su mitad de rebeldes y asesinos fugitivos. El teatro es digno de las escenas que en él se representan."

Los presupuestos de la verdad parecían también "evolucionar" para Darwin. Francia, España e Inglaterra no se disputaron la posesión de las islas; éstas fueron siempre españolas. Las islas nunca permanecieron inhabitadas; gozaron de población y gobiernos regulares, desde 1767 a 1811; nueve años después se reasumió allí la soberanía argentina. El gobierno de Buenos Aires nunca vendió las islas, y las utilizó como algo más que colonia penal (explotación industrial, comercial y pesquera). No sabemos a cuáles derechos ingleses se podrá referir el viajero, Las "escenas" que allí se representaban eran resultado directo de la usurpación inglesa. La especialidad de Darwin era a lo que parece la historia...natural.

martes, 3 de marzo de 2009

ACTIVIDADES A REALIZARSE DURANTE EL MES DE MARZO DEL '09

216° Aniversario del Natalicio de Don Juan Manuel de Rosas
Acto a realizarse el día 30 de marzo a las 10hs en Av. Libertador y Sarmiento



10hs de la mañana: En el 216° aniversario de su nacimiento, el lunes 30 de marzo, el Instituto Nacional de Investigaciones Históricas que lleva su nombre conmemora el nacimiento del Brigadier General, Gobernador de la Provincia de Buenos Aires y Encargado de las Relaciones Exteriores Don Juan Manuel de Rosas.
Dicho acto se llevará a cabo frente al momumento que perpetúa su memoria, sito en la intersección de las Avenidas Libertador y Sarmiento a las 10hs.-
Tropas de las Fuerzas Armadas y de Seguridad rendiran los honores de práctica.-

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"BANDERAZO NACIONAL" para reclamar los Derechos de Soberanía Argentina sobre la Antártida






Acto a realizarse el día sábado 14 de Marzo en Plaza de Mayo


18 hs de la tarde: Plaza de Mayo, nos juntamos en el centro, bajo la bandera azul y blanca. Esta manifestación es a raíz del reclamo inglés sobre las 200 millas marinas del mar argentino. Frente a la demora del gobierno nacional en presentar la posición argentina, hacemos esta marcha para ayudar a la toma de conciencia. Vamos todos los argentinos a la Plaza!!!

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Presentación del Relanzamiento del libro "EL CONDOR CIEGO, LA EXTRAÑA MUERTE DE LAVALLE", de José María Rosa




Acto a realizarse el día Miércoles 18 de marzo


18 hs de la tarde: Presentación a cargo de: Pacho O' Donnell, Eduardo Rosa, Horacio Ghilini ; lugar de realización: Sadop (Sindicato Argentino de Docentes Privados) en la calle Tte. Gral. Juan Domingo Perón 2625, Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Entrada libre y gratuita.-


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Acto en Conmemoración del Falleciemiento de Don Juan Manuel de Rosas







Acto a realizarse el día Viernes 13 del Marzo







  • 9.15 hs de la mañana: Se realizará una misa en la Basílica del Pilar (sobre la calle Junín, en el barrio de Recoletta de esta Ciudad), cuyo servicio será auspiciado por el Padre Alfredo Saenz.-





  • 10.30 hs de la mañana: Se llevará a cabo el Acto principal en el Cementerio de la Recoletta, puntualmente en el Pabellon de la Flia. Ortíz de Rozas. Este acto contará con el apoyo del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas y de la Secrearía de Cultura de la Nación - ENTRADA LIBRE Y GRATUITA.-


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Concierto de Homenaje por el Aniversario del Matrimonio entre Doña Encarnación Ezcurra y Don Juan Manuel de Rosas





Acto a realizarse el día Lunes 16 de Marzo



20.15hs de la Noche: Al cumplirse 196 años de un nuevo Aniversario, la Orquesta Nacional " Juan de Dios Filiberto" celebrará un Concierto en la Iglesia de Balbanera, sita en Bartolome Mitre y Azcuenaga de esta Capital Federal.-

lunes, 2 de marzo de 2009

Traición al estilo Justo José

En su libro "Rosas: el maldito de nuestra Historia Oficial", el Dr. Pacho O'Donell nos transmite innumerables anécdotas sobre la vida, tanto pública como privada, del Restaurador y del espacio-tiempo histórico que ocupó.
Una de ellas, la transmitida en el capítulo 102 de la antedicha obra, es quizá una de las más curiosas. Muestra una de las coincidencias más tristes entre la historia Argentina y la Europea... la traición. Mientras que a la Rusia de Catalina la Grande fué víctima del "Miligaro de la Casa de Brandemburgo", a la Argentina de Rosas le tocó sufrir "El Milagro de la Casa de Braganza"...
Pero ya estoy hablando demasiado... veamos como nos lo cuenta Pacho a continuación...

Capítulo 102

El milagro de la casa de Brandemburgo




Valentín Alsina, al que la Capital Federal honra con dos avenidas y un monumento, ha preparado un plan de guerra “contra Rosas” que manda el 18 de noviembre de 1850 al representante uruguayo en Brasil, Andrés Lamas, para someterlo al gobierno brasileño:
“Rosas es vulnerable por el Brasil en muchos puntos y formas, si quiere éste aprovechar su gran preponderancia marítima. Uno de los modos es causar al enemigo la vergüenza y el daño de ocupar uno de sus territorios, Bahía Blanca, ocupación fácil habiendo secreto, celeridad y un buen práctico o piloto lo que abriría la posibilidad a emigrantes de ir a operar por el sud”.
A pesar de la ayuda de argentinos tan confundidos, la situación del Brasil es muy comprometida. Sin Francia era imposible su triunfo y dicha alianza había fracasado. Hasta en Europa se percibe esa debilidad: el rey Francisco José de Austria manda decir a su primo Pedro II de Brasil, a través de su canciller el príncipe de Schwarzenberg, que debe hacer lo imposible para evitar la guerra. Ha hecho un estudio de las condiciones militares de Brasil y la Confederación, y según la “opinión de oficiales de la marina francesa informados “in locum” la balanza se inclinaría a favor de Rosas”.
Para colmo de males una epidemia de fiebre amarilla se desencadena causando gran mortandad y hasta el emperador debe refugiarse en Petrópolis. Lamas se desespera por las malas noticias y escribe a su cancillería solicitando su retiro , porque “de Brasil no hay que esperar nada” (3 de febrero de 1851).
Pero, como acertadamente lo señala José M. Rosa, se producirá lo inesperado. Cuenta la historia de Prusia que Federico II estaba vencido al final de la guerra de los Siete Años, su ejército extenuado, la proporción con el enemigo muy desfavorable y la posición estratégica comprometida.
Inglaterra, su aliada, le aconsejaba capitular y sus generales no veían la posibilidad de segur adelante.
- ¿No habría un medio de vencer?- preguntó Federico II.- Solamente un milagro, majestad – fue la respuesta de sus colaboradores.- Bien, esperemos el milagro de la casa de Brandeburgo.
Esa misma noche llegó a su campamento de Bukelwitz un emisario del zarevitch de Rusia con el asombroso regalo del plan de batalla del ejército ruso. Torpe de inteligencia y admirador fanático de Federico II le hacía llegar los documentos secretos de su estado mayor.
El monarca prusiano, exultante, llamó a sus generales:
-¡He aquí el milagro de la casa de Brandemburgo! –proclamó blandiendo los planos en su mano.
Ganó la batalla perdida y los rusos, desalentados por la traición de su jefe, dieron la guerra por perdida.
A Pedro II de Brasil lo favorecería un milagro semejante. Cuando todo estaba perdido, cuando su imperio se resquebrajaba y un porvenir de repúblicas federales, igualdad humana y democracia iba a extenderse por América del Sud, llegaría el 21 de febrero de 1851, en el buque brasileño “Paquete do Sul” procedente de Montevideo, una carta confidencial del ministro Pontes informando que “a altas horas de la noche” había recibido la visita de un agente del jefe del “Ejército de Operaciones” argentino, general Urquiza, con proposiciones de pasarse a la causa del Brasil.
Aunque el hecho asombró al brasileño,“¡O general dos exércitos da Confederação Argentina!” se admirará en su carta, lo informó a su monarca preguntándose: “¿Pero obrará de buena fe?”.
Pedro II podría entonces responder al austríaco Schwarzenberg que con el inaudito pase del jefe del ejército enemigo la guerra estaba ganada: “El fuego ha tomado a la casa de nuestro vecino, cuando soñaba prenderlo a la nuestra. Se encontrará embarazado como no lo esperábamos” (Soares de Souza).
El zarevitch que entregó los planos para derrotar su propia patria fue despojado del trono por el ejército y estrangulado en la fortaleza de Rocha a pesar de su retraso mental. Su memoria quedó proscripta de la historia de Rusia.
El general argentino sería más afortunado porque todo se le perdonaría a quien derrocase al Restaurador, y la historia oficial se empeñaría en la versión del “apoyo” de algún regimiento brasilero y ocultará que la deserción de Urquiza y del más poderoso ejército argentino a su mando se producirá a favor de un país que ya estaba en guerra, con las relaciones rotas, con su propia patria. ¿Todo se justificaba con tal de defenestrar a don Juan Manuel? ¿También la cesión de nuestras ricas Misiones Orientales, el precio de la participación brasilera?
Los historiadores revisionistas, simpatizantes de Rosas, rebatirán los argumentos de sus colegas liberales que sostendrán el argumento del deseo de Urquiza de quitar del medio a quien se oponía a dar la anhelada constitución a la Argentina. En cambio argumentarán que se trató de una traición provocada por razones crematísticas: durante el bloqueo francés la plaza de Montevideo era aprovisionada clandestinamente por los saladeros entrerrianos de Urquiza. Pese a la prohibición de comerciar con Montevideo, el gobernador Crespo, títere del jefe del “Ejército de Vanguardia” permitía que los buques de cabotaje trajesen productos europeos y llevasen en retorno carne argentina. No tenían escrúpulos, él y don Justo José en usufructuar “los canales de plata” que se les ofrecían para enriquecerse haciendo la vista gorda a las exigencias legales porque, como confesase Crespo en su intercambio epistolar con Urquiza, era preferible “ser medio vivo a medio zonzo”.
En junio de 1848,levantado el bloqueo francés al litoral argentino, se renueva el rosista a Montevideo, manteniéndose la prohibición de introducir mercaderías en buques que hubiesen tocado la Banda Oriental. El tráfico de Urquiza continuó, ahora burlando las leyes de aduana porteñas, porque las mercaderías europeas que compraba en Montevideo y traía a Buenos Aires no pagaban derechos en ésta por ser transportadas en buques nacionales.
Nadie podía embarcar ni faenar sin autorización del gobernador. El negocio de exportar carne a Montevideo era exclusivo de los saladeros o las estancias de Urquiza, quien acabó por hacerse dueño de casi todo el comercio que pasaba por la provincia y el beneficio de ese tráfico irregular era tan elevado que alcanzaba para beneficiar las finanzas entrerrianas, incidía en el bienestar económico de los habitantes y acrecentaba la ya inmensa fortuna particular del gobernador, primer productor, comerciante y transportista de la provincia. Todo ello en perjuicio de la economía y de la estrategia de la Confederación Argentina.Si Rosas no podía impedir que Entre Ríos comerciase con Montevideo, podía en cambio defenderse prohibiendo que los productos introducidos por Entre Ríos llegasen a Buenos Aires. Lo hizo por dos medios: no permitió en los puertos porteños el embarque o desembarque de mercaderías ultramarinas en buques de cabotaje, e impidió la exportación de oro al interior.
Esto provocó la irritación de Urquiza, que fue tan pública que despertó en los unitarios y en Brasil la esperanza de contarlo como aliado. Ni lerdos ni perezosos le hicieron llegar un mensaje a través del representante comercial del entrerriano en la Banda Oriental, el catalán Cuyás: “En caso de una guerra ¿podría contar Brasil con la abstención del ejército de Operaciones?”.
El 20 de abril de 1850 su futuro aliado redacta la respuesta imbuida del esperable tono patriótico en quien es el jefe del principal ejército argentino:
“¿Cómo cree, pues, Brasil, cómo ha imaginado por un momento que permanecería frío e impasible de esa contienda en que se juega nada menos que la suerte de nuestra nacionalidad o de sus más sagradas prerrogativas sin traicionar a mi patria, sin romper los indisolubles vínculos que a ella me unen, y sin borrar con esa ignominiosa marcha todos mis antecedentes? (...) Debe el Brasil estar cierto que el general Urquiza con 14 o 16.000 entrerrianos y correntinos que tiene a sus órdenes sabrá, en el caso que ha indicado, lidiar en los campos de batalla por los derechos de la patria y sacrificar, si necesario fuera, su persona, sus intereses, fama y cuanto posee”.
Como si no fuera suficiente hará publicar su respuesta el 6 de junio en “El Federal Entrerriano” agregando un elocuente editorial:“Sepa el mundo todo que cuando un poder extraño nos provoque, ésa será la circunstancia indefectible en que se verá al inmortal general Urquiza al lado de su honorable compañero el gran Rosas, ser el primero que con su noble espada vengue a la América”.


Extraído de: Pacho O'Donell, "Rosas: El mandito de nuestra Historia Oficial", EDITORIAL PLANETA, 6ta Edición, año 2002, pág. 246/249


Año de Homenaje a Raúl Scalabrini Ortiz

Hace cincuenta años nos abandonó Raúl Scalabrini Ortiz (1898 – 1959)


“Argentinos ¡De Pié!”

Por José Luis Muñoz Azpiri (h)



Una vida dedicada a los más puros ideales de arte y patria se extinguió hace medio siglo con la persona de Raúl Scalabrini Ortiz. Su nombre, desde ese momento, se integró indeleble a la historia de nuestras letras y nuestro pensamiento político. Redactor editorialista de los diarios “La Nación”, “El Mundo” y “Noticias Gráficas”; crítico teatral de la revista “El Hogar”; fundador del diario “Reconquista”, editado en los inquietos días del año 1939, autor de “El hombre que está solo y espera”, la más lograda radiografía del porteño, “Política británica en el Río de la Plata”, “Historia de los ferrocarriles argentinos” y “Los ferrocarriles deben ser argentinos”,el ilustre escritor desaparecido puso en su obra de periodista, escritor económico y sociólogo, el sello de una vocación sin mácula y la impronta de un acendrado espíritu patriótico y de artista.
Convivían en Scalabrini Ortiz, en armónica conjunción de pensamiento y arte, los factores que alguna vez, dijo Keyserling, harían al escritor de mañana: la tribuna y la profecía, unidos a la expresión vivaz y depurada. Al igual que casi todos los escritores de nuestro pasado, ejerció un magisterio tanto artístico como social. La herencia de Echeverría y Sarmiento, pensadores consumidos por el fuego nativo, mitad artistas, mitad profetas de ideal y grandeza, se prolongaba en este obrero de la prosa que asignaba a su pluma una misión de redención social y engrandecimiento ciudadano. Libros como “Política británica en el Río de la Plata” e “Historia de los ferrocarriles argentinos” ilustran ampliamente acerca del objetivo que Scalabrini quiso y consiguió cumplir entre sus compatriotas. La primera de estas obras, presentaba una interpretación histórica argentina a través de la política sudamericana del Foreign Office y del Almirantazgo, revelando los pasos manifiestos y ocultos de los Lores en cuyas redes prietas quedaba anudada nuestra diplomacia a través de un panorama que se extendía desde la Revolución de Mayo hasta la creación del Banco Central. El segundo libro demolía, a su vez, el mito del riel “civilizador”, demostrando que, por el contrario dicho “riel” solo había causado estancamiento económico y atraso social a nuestro país. La tesis no sólo era seductora sino de demostración efectiva y convincente. Los ferrocarriles de la Argentina, fundamentos de nuestra soberanía económica, fueron creados y construidos por argentinos: el Oste llegaba hasta Chivilcoy y marchaba en procura de la cordillera cuando fue enajenado al extranjero. ¡Seis mil kilómetros de ferrocarriles nacionales contaba el país cuando aparecieron las locomotoras y los “wagons” de Birmigham para “civilizar” nuestro territorio!
Cuando Roca abandonó su presidencia en 1886, las vías férreas ya contaban la extensión antedicha, y en ese incremento hay que señalar realizaciones como la del Ferrocarril Andino. Originalmente se había planeado extender el ramal Villa María – Río IV a Mendoza y San Juan, con una eventual prolongación a Chile. El concesionario, Juan Clark, renuncia en 1881, y la construcción del Ferrocarril Andino pasa a ser responsabilidad del Consejo de Obras Públicas de la Nación. En mayo de 1885 el tren llega a Mendoza y luego a San Juan, con una baratura de costos y un rendimiento que asombra: “La vía más barata y mejor construida de la República” dice Roca en uno de sus mensajes. Lo es a tal punto, que esos 500 kilómetros tendidos en cinco años aportan, en 1885, un millón de pesos a las Rentas Generales de la Nación. Algo similar ocurre con el Ferrocarril Central Norte, también propiedad de la Nación, que a partir de 1882 se transforma en una fuente de ingresos, autofinanciando dos de sus ramales y prolongándose a Salta.
Pero esta exitosa política estatal habría de clausurarse con la gestión presidencial de Juárez Celman. A los tres meses de asumir el poder se vende el Ferrocarril Andino… ¡al mismo Clark que había renunciado a construirlo! Además se le garantizó una ganancia del 5 por ciento sobre los 12 millones de pesos oro que había pagado para adquirir la línea. En diciembre de 1887 se enajenan los ramales del Central Norte y luego la red troncal, que fue comprada por una firma inglesa para transferirla días después al Córdoba Central Railway; también en este caso la Nación garantizó una ganancia del 5 por ciento a los adquirientes. Poco más tarde la provincia de Buenos Aires vende el ejemplar Ferrocarril del Oeste. “Los ferrocarriles de la provincia se llaman ahora “New Western Railway of Buenos Aires” ¿No se parece eso a la sombra de la bandera inglesa flameando sobre otro pedazo de territorio argentino con más derecho del que tiene para flamear sobre las Islas Malvinas” clamaba Carlos D´Amico en su libro “Buenos Aires, sus hombres, su política”, escrito en 1890.
Así, en menos de diez años, aquella política ferroviaria llevada a cabo por el Estado con sentido nacional se había frustrado. Contrariamente a la tendencia inicial de la década, en 1890 la mayoría de los 9.500 Km. de líneas férreas pertenecía al capital inglés (los franceses recién entraron en el negocio ferroviario en 1885). A partir de 1890, los ferrocarriles que en futuro construyera el Estado Nacional se tenderían en zonas alejadas, escasamente pobladas, como una medida de fomento; las grandes redes troncales eran inglesas.
Las voces de escándalo y alerta ante el despropósito de Juárez Celman – uno de los gobiernos más corruptos de nuestra historia, “ilustre” antecedente de los que harían con los ferrocarriles y el resto del patrimonio público los traidores a la Patria de la década del 90 del siglo XX – fueron muchas, pero al igual que el período de Menem, desestimadas. Se vendía, en pleno éxito de explotación, lo que el país entero había construido con su esfuerzo y su ahorro. Síntesis de estas opiniones es el comentario de El Nacional del 20 de julio de 1887:
“¿Qué no se ha dicho de los ferrocarriles? Todo empréstito era poco para gastarlo en él. Ahora de la Casa Rosada sale esta prosa: el Gobierno “no” debe hacer ferrocarriles: se declara arrepentido de haberlos hecho…” Y sigue diciendo el diario: “El gran secreto financiero consiste, pues, en este doble procedimiento: defender los ferrocarriles del Estado para tener empréstitos, y renegar de ellos luego de ser administrados por el gobierno para vender los ferrocarriles para tener dinero”.
Como en tiempos recientes, acosado por una deuda creciente en oro, el gobierno de Juárez Celman intentaba hacerse de recursos vendiendo los ferrocarriles del Estado, con el pretexto de que el Estado era mal administrador… aunque las líneas enajenadas, tanto de la Nación como de la Provincia de Buenos Aires, fueran un modelo de buena gestión comercial. Todo ello acompañado por una intensa campaña de propaganda que negaba el esfuerzo del pueblo y proclamaba su infundada incapacidad e indolencia. Quienes tales cosas afirmaban y siguen afirmando desde los medios, ni siquiera se tomaron el modesto trabajo de investigar el origen de nuestra fuerza y desarrollo económico. Es por 1940, que la obra de Scalabrini Ortiz encuentra el cenit de su desarrollo y también es la fecha clave de la manumisión nacional. Hoy se reconoce, hasta en el último rincón del país, merced al esfuerzo denodado del escritor desaparecido, que el imperialismo extranjero coartó nuestros esfuerzos de emancipación y libertad y que el “riel civilizador” sólo sirvió para acuñar una locución desprestigiada e irónica.
Durante casi veinte años correspondió a estos documentos innovadores y lúcidos, despertar a la parte más calificada de la población al ejercicio de la verdad. Ninguno de los que gozaron de la “investidura de la palabra” entre nosotros, pudo ponerla como Scalabrini al servicio desinteresado del ideal de redención ajeno. He aquí por qué la figura del escritor se agiganta con perfiles de auténtico prócer nacional.
El magisterio del publicista, ampliado por ejercicio del periodismo, y, ocasionalmente de la tribuna, actuó siempre al margen de toda organización o partido político, contrariamente a lo que en la actualidad algunos afirman. La voz de Scalabrini Ortiz no era un altavoz, sino una conciencia. El nacionalismo que ella representaba es, en nuestro país, una mística que no ha podido articularse aún en “plataforma” partidaria ninguna. El pensamiento nacionalista argentino siempre fue una mística popular y no partido. Scalabrini vivió su pasión argentina y la hizo vivir al margen del bando y las urnas, hasta arder en su mismo fuego múltiple y generoso. Una, dos generaciones atrás de Scalabrini Ortiz, el ideal nacionalista no existía entre nosotros, adormecido por los tóxicos de la reacción y el colonialismo. Hoy, en cambio, representa el fuego en que se consumen los corazones de la patria comenzando por los proletarios. Dicho fuego representa la credencial de la subsistencia y salvación nacionales, antesala de la Argentina eterna que hombres como Scalabrini Ortiz profetizaron, entrevieron y, finalmente, ayudaron a erigir.
Inspirador y jefe de la combativa empresa de “Reconquista”, pulverizador de todos los mitos y cloroformos de la sumisión oligárquica – Scalabrini demostró que un obrero argentino, en 1940, se sostenía con el mismo régimen dietético y el número de calorías de un culí asiático o africano – bestia negra de la City y los innumerables servicios de inteligencia británicos, varias veces encarcelado por su pasión nacional emancipadora – el padre de quien escribe se enorgullecía de haber compartido con él una celda de la seccional 7º en una noche del lejano 1940 – y una de las figuras más altas de la generación a la que pertenecía, hoy es objeto de extrañas alquimias semánticas o artilugios ideológicos para ubicarlo en territorios que nunca recorrió.
La originalidad de Scalabrini Ortiz consistió en abordar la historia nacional y su realidad política contemporánea sin ningún tipo de condicionamiento ideológico. No adscribía a teorías políticas nacidas y desarrolladas en los países centrales pues logró forjar herramientas de análisis propias. Con él, el patriotismo nostálgico de una sociedad señorial, estática y autoritaria se transformó en un nacionalismo vigoroso, popular y revolucionario, que trascendía la añoranza de nación entendida como estancia propia. Un nacionalismo con olor a moho y hedores de sepulcro, fosilizado en las formas y el culto a los símbolos y absolutamente ajeno al análisis de los engranajes que garantizaban la dependencia; así como también su examen de la marginación y explotación de vastos sectores sociales trascendió el recurso de quienes practican un pensamiento de sirga, mediante la extrapolación de marcos teóricos ajenos, válidos en su contexto de nacimiento pero impracticables en otras latitudes y en otras épocas.
Scalabrini Ortiz fue la reencarnación en la Pampa, de las severas virtudes de un Catón implacable e insobornable. Lejos, muy lejos de las mezquindades políticas coyunturales. Es por ello que muchos desearon para él el destino de Narsés, el general de Bizancio, cegado y obligado a mendigar ante las murallas de Europa.
En los actuales momentos, signados por la confusión y la entropía, que al decir de Shakespeare parecerían integrar el relato de un loco, lleno de estruendo y de furia, que no significa nada, el testimonio vivencial de este luchador incansable se rige en atalaya para vislumbrar tiempos mejores.
Hasta siempre, tribuno, hoy más que nunca tu testimonio y enseñanzas siguen vigentes. Nosotros también estamos solos, desoladamente solos, y todavía seguimos esperando.

domingo, 1 de marzo de 2009

El Pensamiento Político de Juan Manuel de Rosas (1era Parte): La Carta de la Hacienda de Figueroa

Muchas veces se ha dicho, con un total amparo en la más completa ignorancia, que Juan Manuel de Rosas "no tenía proyecto político alguno" para nuestra Nación.
Bueno, con el afán de quebrar esa mentira de una vez por todas, es que me veo en la obligación de retransmitir el siguiente documento, ya que es la mejor prueba de que el Restaurador no solo tenía planes bien delimitados, sino que además, contaba con la inmejorable ayuda de su amigo Juan Facundo Quiroga.
El asesinato de Facundo, en Barranca Yaco a dos meses de escrita ésta carta, le privará a Don Juan Manuel de su mejor aliado para realizar su proyecto de unir a los pueblos de la Confederación bajo el sistema federal.
Veamos que decía esa tan famosa CARTA DE LA HACIENDA DE FIGUEROA (titulada así por el lugar donde fué escrita)...



Texto Completo de la “Carta de la Hacienda de Figueroa”, dirigida por Don Juan Manuel de Rosas a Don Juan Facundo Quiroga, donde el primero desarrolla su pensamiento político y sus ideas acerca de la forma de constituir a la Nación. 20 de Diciembre de 1834*

Hacienda de Figueroa en San Antonio, de Diciembre 20 de 1834.

Mi querido compañero, señor don Juan Facundo Quiroga.

Consecuente a nuestro acuerdo, doy principio por manifestarle haber llegado a creer que las disensiones de Tucumán y Salta, y los disgustos entre ambos gobiernos, pueden haber sido causados por el ex Gobernador D. Pablo Alemán y sus manipulantes. Este fugó al Tucumán, y creo que fue bien recibido, y tratado con amistad por el señor Heredia. Desde allí maniobró una revolución contra Latorre, pero habiendo regresado a la frontera del Rosario para llevarla a efecto, saliéndole mal la combinación fue aprehendido:, y conducido a Salta. De allí salió bajo fianza de no volver a la provincia, y en su tránsito por el Tucumán para ésta, entiendo estuvo en buena comunicación con el señor Heredia. Todo esto no es extraño que disgustase a Latorre, ni que alentase el partido Sr. Alemán, y en tal posición los Unitarios que no duermen, y están corno el lobo acechando los momentos de descuido, o distracción infiriendo, al famoso estudiante López que estuvo en el Pontón, han querido sin duda aprovecharse de los elementos que les proporcionaba este suceso para restablecer su imperio. Pero de cualquier modo que esto haya sucedido me parece injusta la indemnización de daños y perjuicio que solicita el señor Heredia. El mismo confiesa en sus notas oficiales a este gobierno y al de Salta, que sus quejas se fundan en indicios, y conjeturas, y no en hechos ciertos e intergiversables, que alejen todo motivo de duda sobre la conducta hostil que le atribuye a Latorre. Siendo esto así, él no tiene por derecho de gentes más acción que a pedir explicaciones, y también garantías, pero de ninguna manera indemnizaciones.

Los negocios de Estado a Estado no se pueden decidir por las leyes que rigen en un país para los asuntos entre particular cuyas leyes han sido dictadas por circunstancias, y razones que sólo tienen lugar en aquel Estado en donde deben ser observadas. A que se agrega que no es tan cierto, que por sólo indicios, y conjeturas se condene a una persona a pagar indemnizaciones en favor de otra. Sobre todo debe tenerse presente que, aun cuando esta pretensión no sea repulsada por la justicia, lo es por la política. En primer lugar sería un germen de odio inextinguible entre ambas provincias que más tarde o más temprano de un modo o de otro, podría traer grandes males a la República. En segundo porque tal ejemplar abriría la puerta a la intriga y mala fe para que pudiese fácilmente suscitar discordias entre los pueblos, que sirviesen de pretexto para obligar a los unos a que sacrificasen su fortuna en obsequio de los otros. A mi juicio no debe perderse de vista el cuidado con que el Sr. Heredia se desentiende de los cargos que le hace Latorre por la conducta que observó con Alemán cuando éste, según se queja el mismo Latorre, desde el Tucumán le hizo una revolución sacando los recursos de dicha provincia a ciencia y paciencia de Heredia sobre lo que inculca en su proclama publicada en la Gaceta del jueves que habrá Vd. leído.

La justicia tiene ciertamente dos orejas, y es necesario para buscarla que Vd. desentrañe las cosas desde su primer origen. Y si llegase a probar de una manera evidente con hechos intergiversables, que alguno de los dos contendientes ha traicionado abiertamente la causa nacional de la Federación, yo en el caso de Vd. propendería a que dejase el puesto.

Considerando excusado extenderme sobre algunos otros puntos, porque según el relato que me hizo el Sr. Gobernador ellos están bien explicados en las instrucciones, pasaré al de la Constitución.

Me parece que al buscar Vd. la paz, y orden desgraciadamente alterados, el argumento más fuerte, y la razón más poderosa que debe Vd. manifestar a esos señores gobernadores, y demás personas influyentes, en las oportunidades que se le presenten aparentes, es el paso retrógrado que ha dado la Nación, alejando tristemente el suspirado día de la grande obra de la Constitución Nacional. ¿Ni qué otra cosa importa, el estado en que hoy se encuentra toda la República? Usted y yo deferimos a que los pueblos se ocupasen de sus constituciones particulares, para, que después de promulgadas entrásemos a trabajar los cimientos de la gran Carta Nacional. En este sentido ejercitamos nuestro patriotismo e influencias, no porque nos asistiere un positivo convencimiento de haber llegado la verdadera ocasión, sino porque estando en paz la República, habiéndose generalizado la necesidad de la Constitución, creímos que debíamos proceder como lo hicimos, para evitar mayores males. Los resultados lo dicen elocuentemente los hechos, los escándalos que se han sucedido, y el estado verdaderamente peligroso en que hoy se encuentra la República, cuyo cuadro lúgubre nos aleja toda esperanza de remedio.

Y después de todo esto, de lo que enseña y aconseja la experiencia tocándose hasta con la luz de la evidencia, ¿habrá quién crea que el remedio es precipitar la Constitución del Estado? Permítame Vd. hacer algunas observaciones a este respecto, pues aunque hemos estado siempre acordes en tan elevado asunto quiero depositar en su poder con sobrada anticipación, por lo que pueda servir, una pequeña parte de lo mucho que me ocurre y que hay que decir.

Nadie, pues, más que Vd. y yo podrá estar persuadido de la necesidad de la organización de un Gobierno general, y de que es el único medio de darle ser y responsabilidad a nuestra República.

¿Pero quién duda que éste debe ser el resultado feliz de todos los medios proporcionados a su ejecución? ¿Quién aspira a un término marchando en contraria dirección? ¿Quién para formar un todo ordenado, y compacto, no arregla, y solicita, primeramente bajo una forma regular, y permanente, las partes que deben componerlo? ¿Quién forma un Ejército ordenado con grupos de hombres, sin jefes sin oficiales, sin disciplina, sin subordinación, y que no cesan/ un momento de acecharse, y combatirse contra sí, envolviendo a los demás, en sus desórdenes? ¿Quién forma un ser viviente, y robusto con miembros' muertos, o dilacerados, y enfermos de la más corruptora gangrena, siendo así que la vida y robustez de este nuevo ser en complejo no puede ser sino la que reciba de los propios miembros de que se haya de componer? Obsérvese que una muy cara y dolorosa experiencia nos ha hecho ver prácticamente que es absolutamente necesario entre nosotros el sistema federal porque, entre otras razones de sólido poder, carecemos totalmente de elementos para un gobierno de unidad. Obsérvese que el haber predominado en el país una facción que se hacía sorda al grito de esta necesidad ha destruido y aniquilado los medios y recursos que teníamos para proveer a ella, porque ha irritado los ánimos, descarriado las opiniones, puesto en choque los intereses particulares, propagado la inmoralidad y la intriga, y fraccionado en bandas de tal modo la sociedad, que no ha dejado casi reliquias de ningún vínculo, extendiéndose su furor a romper hasta el más sagrado de todos y el único que podría servir para restablecer los demás, cual es el de la religión; y que en este lastimoso estado es preciso crearlo todo de nuevo, trabajando primero en pequeño; y por fracciones para entablar después un sistema general que lo abrace todo. Obsérvese que una República Federativa es lo más quimérico y desastroso que pueda imaginarse, toda vez que no se componga de Estados bien organizados en sí mismos, porque conservando cada uno su soberanía e independencia, la fuerza del poder general con respecto al interior de la República, es casi ninguna, y su principal y casi todo, su investidura, es de pura representación para llevar la voz a nombre de todos los Estados confederados en sus relaciones con las naciones extranjeras; de consiguiente si dentro de cada Estado en particular, no hay elementos de poder para mantener el orden respectivo, la creación de un Gobierno general representativo no sirve más que para poner en agitación a toda la República a cada, desorden parcial que suceda, y hacer que el incendio de cualquier Estado se derrame por todos los demás. Así es que la República de Norte América no ha admitido en la confederación los nuevos pueblos y provincias que se han formado después de su independencia, sino cuando se han puesto en estado de regirse por sí solos, y entre tanto los ha mantenido sin representación en clase de Estados; considerándolos como adyacencias de la República.

Después de esto, en el estado de agitación en que están los pueblos, contaminados todos de unitarios, de logistas, de aspirantes, de agentes secretos de otras naciones, y de las grandes logias que tienen en conmoción a toda Europa, ¿qué esperanza puede haber de tranquilidad y calma al celebrar los pactos de la Federación, primer paso que debe dar el Congreso Federativo? En el estado de pobreza en que las agitaciones políticas han puesto a todos los pueblos, ¿quiénes, ni con qué fondos podrán costear la reunión y permanencia de ese Congreso, ni menos de la administración general? ¿Con qué fondos van a contar para el pago de la deuda exterior nacional invertida en atenciones de toda la República, y cuyo cobro será lo primero que tendrá encima luego que se erija dicha administración? Fuera de que si en la actualidad apenas se encuentran hombres para el gobierno particular de cada provincia, ¿de dónde se sacarán los que hayan de dirigir toda la República? ¿Habremos de entregar la administración general a ignorantes, aspirantes, unitarios, y a toda clase de bichos? ¿No vimos que la constelación de sabios no encontró más hombre para el Gobierno general que a don Bernardino Rivadavia, y que éste no pudo organizar su Ministerio sino quitándole el cura a la Catedral (1) , y haciendo venir de San Juan al Dr. Lingotes (2) para el Ministerio de Hacienda, que entendía de este ramo lo mismo que un ciego de nacimiento entiende de astronomía ? Finalmente, a vista del lastimoso cuadro que presenta la República, ¿cuál de los héroes de la Federación se atreverá a encargarse del Gobierno general? ¿Cuál de ellos podrá hacerse de un cuerpo de representantes y de ministros, federales todos, de quienes se prometa las luces, y cooperación necesaria para presentarse con la debida dignidad, salir airoso del puesto, y no perder en él todo su crédito, y reputación? Hay tanto que decir sobre este punto que para sólo lo principal y más importante sería necesario un tomo que apenas se podría, escribir en un mes.

El Congreso general debe ser convencional, y no deliberante, debe ser para estipular las bases de la Unión Federal, y no para resolverlas por votación. Debe ser compuesto de diputados pagados y expensados por sus respectivos pueblos y sin esperanza de que uno supla el dinero a otros, porque esto que Buenos Aires pudo hacer en algún tiempo, le es en el día absolutamente imposible.

Antes de hacerse la reunión debe acordarse entre los gobiernos, por unánime avenimiento, el lugar donde ha de ser, y la formación del fondo común, que haya de sufragar a los gastos oficiales del Congreso, corno son los de casa, muebles, alumbrado, secretarios, escribientes, asistentes, porteros, ordenanzas, y demás de oficina; gastos que son cuantiosos y mucho más de lo que se creen generalmente. En orden a las circunstancias del lugar de la reunión debe tenerse cuidado que ofrezca garantías de seguridad y respeto a los diputados, cualquiera que sea su modo de pensar y discurrir; que sea uno, hospitalario, y cómodo, porque los diputados necesitan largo tiempo para expedirse. Todo esto es tan necesario cuanto que de lo contrario muchos sujetos de los que sería preciso que fuesen al Congreso se excusarán o renunciarán después de haber ido, y quedará reducido a un conjunto de imbéciles, sin talento, sin saber, sin juicio, y sin práctica en los negocios de Estado. Si se me preguntase dónde está hoy ese lugar diré que no sé, y si alguno contestase que en Buenos Aires, yo diría que tal elección sería el anuncio cierto del desenlace más desgraciado y funesto a esta ciudad, y a toda la República. El tiempo, el tiempo solo, a la sombra de la paz, y de la tranquilidad de los pueblos, es el que puede proporcionarlo y señalarlo. Los Diputados deben ser federales a prueba, hombres de respeto, moderados, circunspectos, y de mucha prudencia y saber en los ramos de la Administración pública, que conozcan bien á fondo el estado y circunstancias de nuestro país, considerándolo en su posición interior bajo todos aspectos, y en la relativa a los demás Estados vecinos, y a los de Europa con quienes está en comercio, porque hay grandes intereses y muy complicados que tratar y conciliar, y a la hora que rayan dos o tres diputados sin estas calidades, todo se volverá un desorden como ha sucedido siempre, esto es si no se convierte en una tanda de pillos, que viéndose colocados en aquella posición, y sin poder hacer cosa alguna de provecho para el país, traten de sacrificarlo a beneficio suyo particular, como lo han hecho nuestros anteriores Congresos concluyendo sus funciones con disolverse, llevando los diputados por todas partes el chisme, la mentira, la patraña, y dejando envuelto al país en un maremágnun de calamidades de que jamás pueda repararse.

Lo primero que debe tratarse en el Congreso no es, como algunos creen, de la erección del Gobierno general, ni del nombramiento del jefe supremo de la República. Esto es lo último de todo. Lo primero es dónde ha de continuar sus sesiones el Congreso, si allí donde está o en otra parte. Lo segundo es la Constitución General principiando por la organización que habrá de tener el Gobierno general, que explicará de cuántas personas se ha de componer ya en clase de jefe supremo, ya en clase de ministros, y cuáles han de ser sus atribuciones, dejando salva la soberanía e independencia de cada uno de los Estados Federados. Cómo se ha de hacer la elección, y qué calidades han de concurrir en los elegibles; en dónde ha de residir este Gobierno, y qué fuerza de mar y tierra permanente en tiempo de paz es la que debe tener, para el orden, seguridad, y respetabilidad de la República.El punto sobre el lugar de la residencia del Gobierno suele ser de mucha gravedad, y trascendencia por los celos y emulaciones que esto excita en los demás pueblos, y la complicación de funciones que sobrevienen en la corte o capital de la República con las autoridades del Estado particular a que ella corresponde. Son éstos inconvenientes de tanta gravedad que obligaron a los norteamericanos a fundar la ciudad de Washington, hoy Capital de aquella República que no pertenece a ninguno de los Estados confederados.

Después de convenida la organización que ha de tener el Gobierno, sus atribuciones, residencia y modo de erigirlo, debe tratarse de crear un fondo nacional permanente que sufrague todos los gastos generales, ordinarios y extraordinarios, y al pago de la deuda nacional, bajo del supuesto que debe pagarse tanto la exterior como la interior, sean cuales fueren las causas justas o injustas que la hayan causado, y sea cual fuere la administración que haya habido de la hacienda del Estado porque el acreedor nada tiene que ver con esto, que debe ser una cuestión para después. A la formación de este fondo, lo mismo que con el contingente de tropa para la organización del Ejército nacional, debe contribuir cada Estado Federado, en proporción a su población cuando ellos de común acuerdo no tomen otro arbitrio que crean más adaptable a sus circunstancias; pues en orden a eso no hay regla fija, y todo depende de los convenios que hagan cuando no crean conveniente seguir la regla general, que arranca del número proporcionado de población. Los norteamericanos convinieron en que formasen este fondo de derechos de Aduana sobre el comercio de ultramar, pero fue porque todos los Estados tenían puertos exteríores no habría sido así en caso contrario. A que se agrega que aquel país por su situaci6n topográfica es en la principal y mayor parte marítimo como se ve a la distancia por su comercio activo, el número crecido de sus buques mercantes, y de guerra construidos en la misma república, y como que esto era lo que más gastos causaba a la república en general, y lo que más llamaba su atención por todas partes, pudo creerse que debía sostenerse con los ingresos de derechos que produjesen el comercio de ultramar o con las naciones extranjeras.

Al ventilar estos puntos, deben formar parte de ellos los negocios del Banco Nacional, y de nuestro papel moneda que todo él forma una parte de la deuda nacional a favor de Buenos Aires; deben entrar en cuenta nuestros fondos públicos, y la deuda de Inglaterra, invertida en la guerra nacional con el Brasil; deben entrar los millones gastados en la reforma militar, los gastados en pagan la deuda reconocida, que había hasta el año de Ochocientos veinte y cuatro procedente de la guerra de la Independencia, y todos los demás gastos que ha hecho esta provincia con cargo de reintegro en varias ocasiones, como ha sucedido para la reunión y conservación de varios congresos generales.

Después de establecidos estos puntos, y el modo como pueda cada Estado Federado crearse sus rentas particulares sin perjudicar los intereses generales de la República, después de todo esto, es cuando recién se procederá al nombramiento del jefe de la República y erección del Gobierno general. ¿Y puede nadie concebir que en el estado triste y lamentable en que se halla nuestro país pueda allanarse tanta dificultad, ni llegarse al fin de una empresa tan grande, tan ardua, y que en tiempos los más tranquilos y felices, contando con los hombres de más capacidad, prudencia v patriotismo, apenas podría realizarse en dos años de asiduo trabajo? ¿Puede nadie que sepa lo que es el sistema federativo, persuadirse que la creación de un gobierno general bajo esta forma atajará las disensiones domésticas de los pueblos? Esta persuasión o triste creencia en algunos hombres de buena fe es la que da ansia a otros pérfidos y alevosos que no la tienen o que están alborotando los pueblos con el grito de Constitución, para que jamás haya paz, ni tranquilidad, porque en el desorden es en lo que únicamente encuentran su modo de vivir. El Gobierno general en una República Federativa no une los pueblos federados, los representa unidos: no es para unirlos, es para representarlos en unión ante las demás naciones: él no se ocupa de lo que pasa interiormente en ninguno de los Estados, ni decide las contiendas que se suscitan entre sí. En el primer caso sólo entienden las autoridades particulares del Estado, y en el segundo la misma Constitución tiene provisto el modo cómo se ha de formar el tribunal que debe decidir. En una palabra, la unión y tranquilidad crea el Gobierno general, la desunión lo destruye; él es la consecuencia, el efecto de la unión, no es la causa, y si es sensible su falta, es mucho mayor su caída, porque nunca sucede ésta sino convirtiendo en escombros toda la República. No habiendo, pues, hasta ahora entre nosotros, como no hay, unión y tranquilidad, menos mal es que no exista, que sufrir los estragos de su disolución. ¿No vemos todas las dificultades invencibles que toca cada Provincia en particular para darse constitución? Y si no es posible vencer estas solas dificultades, ¿será posible vencer no sólo éstas sino las que presenta la discordia de unas provincias con otras, discordia que se mantiene como acallada y dormida mientras que cada una se ocupa de sí sola, pero que aparece al instante como una tormenta general que resuena por todas partes con rayos y centellas, desde que se llama a Congreso general?

Es necesario que ciertos hombres se convenzan del error en que viven, porque si logran llevarlo a efecto, envolverán a la República en la más espantosa catástrofe, y yo desde ahora pienso que si no queremos menoscabar nuestra reputación ni mancillar nuestras glorias, no debemos prestarnos por ninguna razón a tal delirio, hasta que dejando de serlo por haber llegado la verdadera oportunidad veamos indudablemente que los resultados han de ser la felicidad de la Nación. Si no pudiésemos evitar que lo pongan en planta, dejemos que ellos lo hagan enhorabuena pero procurando hacer ver al público que no tenemos la menor parte en tamaños disparates, y que si no lo impedimos es porque no nos es posible.

La máxima de que es preciso ponerse a la cabeza de los pueblos cuando no se les pueda hacer variar de resolución es muy cierta; mas es para dirigirlos en su marcha, cuando ésta es a buen rumbo, pero con precipitación o mal dirigida; o para hacerles variar de rumbo sin violencia, y por un convencimiento práctico de la imposibilidad de llegar al punto de sus deseos. En esta parte llenamos nuestro deber, pero los sucesos posteriores han mostrado a la clara luz que entre nosotros no hay otro arbitrio que el de dar tiempo a que se destruyan en los pueblos los elementos de discordia, promoviendo y alentando cada gobierno por sí el espíritu de paz y tranquilidad. Cuando éste se haga visible por todas partes, entonces los cimientos empezarán por valernos de misiones pacíficas y amistosas por medio de las cuales sin bullas, ni alboroto, se negocia amigablemente entre los gobiernos, hoy esta base, mañana la otra hasta colocarlas en tal estado que cuando se forme el Congreso lo encuentre hecho casi todo, y no tenga más que marchar llanamente por el camino que se le haya designado. Esto es lento a la verdad, pero es preciso que así sea, y es lo único que creo posible entre nosotros después de haberlo destruido todo, y tener que formarnos del seno de la nada.

Adiós, compañero. El cielo tenga piedad de nosotros, y dé a Vd. salud, acierto, y felicidad en el desempeño de su comisión; y a los dos, y demás amigos, iguales goces, para defendernos, precavernos, y salvar a nuestros compatriotas de tantos peligros como nos amenazan.

Juan M. de Rosas.

Notas:

(1) Julián Segundo de Agüero

(2) Salvador Maria del Carril

* Extraído de Castagnino Leonardo, "JUAN MANUEL DE ROSAS: SOMBRAS Y VERDADES", FABRO, 2009, págs. 116/124.